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Hacienda San Jorge

Viajar a La Palma en septiembre: razones que nunca salen en los anuncios

Por | 4 August, 2025 | 0 comentarios

Hay algo en septiembre que no se explica bien en las campañas turísticas. No tiene el brillo publicitario de julio ni la épica del descanso de noviembre.Pero si preguntaras a quienes repiten viaje cada año… muchos te dirían que su mes favorito es este. Septiembre no necesita prometer nada espectacular, porque lo que ofrece de verdad —tranquilidad, clima amable, ritmo más lento— no se vende con titulares. Se vive.

 

Aquí te dejamos algunas razones por las que septiembre es el secreto mejor guardado para viajar. Y no, no suelen salir en los anuncios.

 

1. El clima perfecto (de verdad)

En La Palma, septiembre es un mes de transición amable. El calor del verano se mantiene, pero sin excesos. Las noches son suaves, los días largos y la brisa empieza a notarse de nuevo. Puedes seguir bañándote en el mar sin necesidad de pensar en “los últimos días de playa”.

 

2. Sin multitudes, pero con vida

Siempre hay una hamaca esperándote y mesas disponibles en los restaurantes. Los caminos invitan a pasear con calma, los miradores regalan silencio, y cada recorrido se siente más íntimo y auténtico.

Al mismo tiempo, la isla conserva su vitalidad: mercadillos animados, senderos accesibles y la vida local en pleno movimiento. Un equilibrio perfecto entre serenidad y actividad.

 

3. Espacio para improvisar

En septiembre, puedes permitirte decidir el plan sobre la marcha.
No necesitas reservar cada detalle con semanas de antelación.
Puedes cambiar de idea, alargar el desayuno, hacer una excursión sin mirar la hora…y eso, en vacaciones, es un lujo poco visible.

 

4. Otra forma de empezar el año

Para muchos, septiembre es más “inicio” que enero. Vuelves con energía, tomas decisiones, haces planes. Y hacerlo desde un lugar en calma puede marcar la diferencia. Unos días de pausa real antes de volver a la rutina pueden ayudarte más que cualquier lista de propósitos.

 

5. La isla, sin filtros

Cuando acaba la temporada alta de verano y todavía no ha empezado la de invierno, sube el protagonismo de lo auténtico. El trato es más cercano, los tiempos se relajan y todo lo que ves —la luz, los paisajes, los ritmos— se muestra tal cual es. Sin adornos. Sin artificios. Además, en septiembre aún hay fiestas en los pueblos, las últimas del verano. El momento perfecto para conocer la cultura desde dentro. 

 

En definitiva, viajar en septiembre no tiene promesas llamativas. Pero para quienes buscan espacio, ritmo propio y un descanso real, es uno de los mejores meses del año. En Hacienda San Jorge, lo sabemos. Y por eso, cada septiembre, volvemos a recibir a quienes ya lo han descubierto.Y a quienes están a punto de hacerlo por primera vez.



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